El atractivo del conocimiento sería muy pequeño si en el camino que lleva a él no se hubiera de superar tanto pudor.
El amor a uno solo es una barbarie, pues se practica a costa de todos los demás. También el amor a Dios.
Si uno tiene carácter, también tiene una vivencia típica y propia, que retorna siempre.
Quien alcanza su ideal va, por eso mismo, más allá de él.
En tiempos de paz, el hombre guerrero se acomete a sí mismo.
Con nuestros principios queremos tiranizar o justificar u honrar o injuriar u ocultar nuestros hábitos: - dos hombres con principios idénticos probablemente quieren, por esto, algo radicalmente distinto.
Un alma que se sabe amada pero, a su vez, no ama delata su substrato: - el fondo más fondo de ella aflora a la superficie
Una cosa que queda explicada deja de interesarnos. - ¿Qué quería decir aquel dios que aconsejaba: «¡Conócete a ti mismo!»? ¿Acaso esto significaba: «¡Deja de interesarte a ti mismo! ¡Vuélvete objetivo!»?
Precisamente con aquello que a otros los pone graves, con el odio y el amor, los hombres graves, melancólicos, se vuelven más ligeros y se elevan por una temporada hasta su superficie.
En la afabilidad no hay nada de odio a los hombres, pero justo por ello hay demasiado desprecio por los hombres.
Madurez del hombre adulto: significa haber reencontrado la seriedad que de niño tenía al jugar.
Cuando uno amaestra a su conciencia, ella al remorderle lo besa.
El peligro inherente a la felicidad: -"Ahora todo redunda en beneficio mío, ahora amo cualquier destino; - ¿quién quiere ser mi destino?"
Cuando en el juego no intervienen el amor o el odio, el juego de la mujer es mediocre.
Lo que alguien es comienza a delatarse cuando su talento declina, - cuando deja de mostrar lo que él es capaz de hacer. El talento es también un adorno; y un adorno es también un escondite.
Por lo que más se nos castiga es por nuestras virtudes.
Quien no sabe encontrar el camino que lleva a su ideal lleva una vida más frívola y descarada que el hombre sin ideal.
Inducir al prójimo a que se forme una buena opinión de nosotros y, a continuación, creer religiosamente en esa opinión: ¿quién iguala a las mujeres en esa obra de arte? -
En torno al héroe todo se convierte en tragedia, en torno al semidiós, en drama satírico; y en torno a Dios - ¿cómo?, ¿acaso en «mundo»? –
Es preciso retribuir tanto lo bueno como lo malo: mas ¿por qué hacerlo precisamente con la persona que nos ha hecho bien o mal?
No amamos ya bastante nuestro conocimiento tan pronto como lo comunicamos.
No odiamos mientras nuestra estima es aún pequeña, sino sólo cuando es igual o mayor a la que tenemos por nosotros mismos.
domingo, 19 de abril de 2009
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3 comentarios:
Increíble. Mi entendimiento ha dado un vuelco, y lo he sentido en el esternón.
Reviso el ejemplar que tengo de la obra expuesta (una no muy buena traducción, me temo) y encuentro que tengo señalados casi los mismos aforismos. Y las marcas tienen sus años, ya.
Me tienta, sin embargo, agregar éstos:
* En situaciones de paz el hombre belicoso se abalanza sobre sí mismo.
* La frase más púdica que yo he oído: "Dans la véritable amour c'est l'âme, qui enveloppe le corps" [En el amor verdadero el alma envuelve al cuerpo]
* En los hombres duros la intimidad es una cuestión de pudor -y algo precioso.
* La familiaridad del superior resulta amarga porque no es lícito corresponder a ella {de éste me gustaría conocer otra versión}
* "No el que tú me hayas mentido, sino el que yo ya no te crea a ti, eso es lo que me ha hecho estremecer" {conozco -ácida experiencia repetida- ese tal temblequeo de la voluntad}
El primer que pusiste está pero en otra versión.
Esta tal vez sea una versión del último (la escribo de memoria): "Puedo perdonarte que me hayas mentido, pero ¿cómo perdonarte que te hayas mentido a ti mismo?"
qué tonta, no me había dado cuenta de la repetición.
graciasssss
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